Hace tiempo que no paro
y me siento a pensar.
No me había dado cuenta de que
no tenía
-ni la más remota-
idea
de que ya no me acuerdo de mí.
y me siento a pensar.
No me había dado cuenta de que
no tenía
-ni la más remota-
idea
de que ya no me acuerdo de mí.
Me quedé quieta, en seco;
y me dí cuenta de que algo
no funcionaba (otra vez).
Mi corazón,
tan testarudo y guerrero;
y mi cabeza,
tan analítica y prudente;
se habían vuelto a pelear.
Aquel que bombea
quería seguir luchando
porque si no estaría perdido,
sin alguien por quién hacer su labor,
sin un fin,
solo porque sí.
Aquella inteligente
se detuvo y pensó
-¿otra vez? No lo aguanto más.
Se cansó de comerse así misma,
de sentir y hacer daño
al testarudo corazón.
Era una pelea de dos,
un niño y un viejo anciano,
un inmaduro
y un experto.
Esta vez,
para mala suerte mía
y del pequeño niño que llevo dentro,
ganó la testa.
Y aún sin haberme levantado,
sigo pensando en tí,
te tengo presente,
pero soy tan débil
tan frágil,
tan delicada,
tan enfermiza,
que no puedo permitir
que el corazón se vuelva a doler;
aún si tengo que comerme entera la cabeza.
Créeme que quería que se cumpliera
nuestro viaje,
nuestro destino,
nuestro futuro...
pero amor,
esta vez;
el dolor del corazón,
me llegó al alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario